Cine Mexicano 1930-1950

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Cine Mexicano 1930-1950

Al terminar la revolución mexicana, la industria del cine mexicano tuvo un periodo de estancamiento debido a los problemas e inestabilidad política y a la falta de recursos. No fue sino hasta 1930 que el cine comenzó a dar señales de vida nuevamente, aunque hubo buenas  y no muy buenas películas de baja calidad y con pobres argumentos. Pero las cosas cambiaron con la llegada de la segunda guerra mundial, años en los que comenzó la llamada época de oro del cine mexicano, logrado en gran parte por el apoyo de los estudios cinematográficos norteamericanos que apoyaron a los estudios existentes en México, como una estrategia “Mass media” para mantener el control de este mercado en el país.

El cine mexicano en los 1930s

A principios de los 30’s Serguei M. Eisenstein, que tiene un lugar privilegiado dentro
 del selecto grupo de cineastas de la cinematografía mundial, alcanzó uno de sus momentos cumbre durante su estancia en México, aunque por desgracia, como una suerte de destino compartido con otros genios de la cinematografía, la aventura mexicana de Eisenstein culminó, sin terminar el proyecto de las primeras cintas sonoras, con ¡Que viva México¡,1930-1932.

La aparición del sonido en las películas representó la oportunidad de establecer en México una industria cinematográfica nacional. Entre las películas producidas  en este periodo con buenos resultados se encuentran: Santa, (1931), de Antonio Moreno; El compadre Mendoza (1933), de Fernando de Fuentes;
La mujer del puerto (1933), de Arcad y Boytler.

La época de oro del cine mexicano, segunda mitad de los 30’s y los 40’s. Buenas y malas películas.

La llamada época de oro del cine mexicano, conjunción perfecta de una industria pujante, con excelentes realizadores y un soberbio cuadro de estrellas que permitió la producción de un cine de gran calidad con éxito comercial. Entre las películas destacadas de esa época tenemos:
 Allá en el Rancho Grande (1936), de Fernando de Fuentes;
 Ahí está el detalle (1940), de Juan Bustillo Oro;
 A que tiempos aquellos señor ; Don Simones, de Julio Bracho;
 María Candelaria (Xochimilco) (1943), de Emilio Fernández; 
Los tres García (1946), de Ismael Rodríguez, y; 
Nosotros los pobres (1947), de Ismael Rodríguez.

Sobe el cine mexicano de los 1930s Francisco Sánchez en su crónica del cine mexicano “Luz en la obscuridad” comenta que aunque la presencia del  movimiento armado de 1910-11 en las instituciones se estaba apagando el tema dio todavía para dos excelentes películas, ambas dirigidas por Fernando de Fuentes: El compadre Mendoza de 1933 y Vámonos con Pancho Villa de 1935.

El mismo Francisco Sánchez paradójicamente nos refiere en su “Crónica del cine mexicano «Luz en la obscuridad” como ejemplo de no tan buenas películas, del mismo director Fernando de Fuentes, producidas un año después: Allá en el Rancho Grande, con Tito Guízar cantando… Crucita, con la bella Esther Fernández; Los valientes parranderos y jugadores como lo quiere El corrido de Juan Charrasqueado, representando la imagen del cine más convencional… y a su máximo exponente que fue el cantante Jorge Negrete, ídolo popular de voz poderosa y buena estampa, que fue lanzado a la notoriedad por Joselito Rodríguez en 1941, en una modesta película: ¡Ay, Jalisco., no te rajes¡”

También perteneciente a las películas celebres de esta etapa esta la película  Los Tres García, realizada por Ismael Rodríguez en 1947, que lanza a la popularidad a un ídolo de México : Pedro Infante, que poco después realiza Nosotros los pobres, la cinta que más se ha visto en el cine nacional, acompañada en éxito por Ustedes los ricos y Pepe el Toro. En esos años Pedro Infante también realiza películas como: ¿Que te ha dado esa mujer? A toda Maquina, Ahí viene Martín Corona, Dos tipos de Cuidado, Oveja negra, El inocente, Escuela de Vagabundos y Escuela de rateros.

También en los 1940s surge un gran cómico a nivel internacional Mario Moreno Cantinflas, que logra salir de las carpas para adueñarse de la pantalla grade, creando un lenguaje “cantinflesco” después reconocido en el mundo.

Adamas se consagra “Pardavé, actor de comedia, que hoy pertenece al catálogo histórico del cine mexicano, hizo de la risa un lenguaje; transformó tristeza en alegría, burla en dicha y fracaso en vida. Desde muy chico comprendió el ritmo de la calle, en las carpas y la zarzuela.” Nos dice NALLE en su crónica  de “El actor de mil caras”.

Roberto Gavaldón alcanza como director de cine una  gran solvencia técnica en la que los temas de sus películas son cuidadosamente concebidos, trabajando con escritores y artistas distinguidos y gente muy profesional del cine: José Revueltas, Mauricio Magdaleno, Luis Spota, Manuel Fontanals, Gunther Gerzo, Alex Phillips, Gabriel Figueroa, Raul Lavista entre otros, nos dice Javier García-Galiano en la introducción del libro “Roberto Gavaldón, director de cine”.

En 1943 son contactados por los estudios cinematográficos Films Mundiales el actor Emilio “El Indio” Fernández, el escritor Mauricio Magdaleno, el fotógrafo Gabriel Figueroa fotógrafo y los actores Dolores del Río y Pedro Armendáriz que conformarán el equipo que logró los mayores éxitos de taquilla de la época. Sus primer trabajo en conjunto fue Flor silvestre, cinta en la que Dolores del Río debutó en el cine mexicano.

Posteriormente, Emilio Fernández filmó María Candelaria, cinta por la que fue galardonado con la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Fernández que había desarrollado su propio estilo tuvo tal efecto en la industria, que su interpretación del México rural se convirtió en un estereotipo en la industria del cine y también en la imagen de México en el mundo.

También destacó en estos años un reconocido personaje como galán, mujeriego, un maduro Don Juan con gran sentido del humor, que fue el actor Mauricio Garces que se convirtió en otro icono del cine mexicano.

El cine mexicano en los años 1950s

Dos son los factores que afectaron al cine mexicano de los años 50, el primero fue el sindicalismo que corruptamente imponía temas y actores y el segundo factor  fue la censura o auto censura impuesta por la misma iniciativa privada que gestionaba el financiamiento de las películas y que infestó las pantallas nacionales y latinoamericanas de los productos fílmicos más subdesarrollados, jugando un papel enajenado y vil, cuyo negocio únicamente se basaba en los dineros del Banco Cinematográfico del erario púbico y la recaudación en la taquilla, mediante cintas en las que solo buscaban explotar un publico potencial analfabeta, financiando durante este periodo una gran cantidad de películas de muy pobre calidad, conocidos en México como “Churros”. Los nuevos cineastas de esa época no solo se tenían que librarse de la burocracia sindical sino también del paternalismo gubernamental.